Urticaria
La urticaria es una erupción en la piel que se caracteriza por la aparición de ronchas de límites definidos, de tamaño y forma variables, que pican, que no duran más de 24 horas y no dejan marcas en la piel en los lugares donde se asentaban.
¿Cuál puede ser el origen de estos cuadros?
Los brotes de urticaria puede deberse a:
- La ingesta de ciertos alimentos: leche, pescados, chocolate, cerdo, espinaca, frutilla, cítricos, banana, ananá, frutos secos, queso, mariscos, fiambres, huevo, tomate, berenjena, vino y cerveza.
- La ingesta de colorantes y conservantes presentes en los alimentos: colorantes tartrazina, derivados del ácido benzoico, entre otros.
- La administración de medicamentos (entre ellos la aspirina y otros antiinflamatorios no esteroideos, los antibióticos beta lactámicos como la penicilina y sus derivados)
- La exposición a alergenos: ambientales, exposición reiterada al látex, pólenes, ácaros, pelo de perro, gato o caballo.
- Infecciones por virus, bacterias, hongos y parásitos.
- Entre las causas físicas tenemos: ejercicio, exposición al frío o al calor, solar, por presión, vibratoria, por exposición al agua cualquiera sea su temperatura, el dermografismo (reacción que se genera tras una leve presión en la piel).
¿Cómo lo tratamos?
Antes que todo debemos evitar la exposición a aquello que nos desencadenó el cuadro de urticaria.
En los casos agudos, deben usarse los antihistamínicos de primera generación porque además del efecto antialérgico, tienen un efecto sedante que nos ayuda a controlar la picazón (el prurito). Entre estos encontramos: difenhidramina, clorfeniramina y la hidroxicina.
En los tratamientos más prolongados usamos los de segunda generación para evitar la sedación prolongada (fexofenadina, cetirizina, loratadina o desloratadina)