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¿Qué nos está pasando, papás?

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Desde hace unos años, los pediatras venimos observando algunos cambios en el desarrollo evolutivo de los niños. El que más me está inquietando últimamente es el retraso en la adquisición del lenguaje, la falta de decodificación y de entendimiento de algunos papás/mamás para con sus niños/niñas.

La tecnología va invadiendo nuestras vidas. Esto está muy bueno en cuanto podamos manejarla para nuestro beneficio. Pero el uso indiscriminado de pantallas (TV, tablets, teléfonos móviles, consolas de juegos, etc.) que vemos en la mayoría de las familias actuales, va en detrimento de la unión y de la comunicación intrafamiliar.

No estoy en contra de su uso…. SI de su abuso.

Parece que nos empecinamos en callarlos mirando una pantalla, para evitar ocuparnos, dialogar, mirarlos a los ojos, entretenerlos, entenderlos… Cuántas veces vamos a cenar fuera de nuestro hogar y vemos en la mesa vecina a todos los integrantes de la misma con la cabeza inclinada hacia el celular…. Todos sin hablar….sólo observando una vez más una pantalla…

Los pediatras y las sociedades pediátricas del mundo, aconsejamos el NO uso de las pantallas en menores de 2 (dos) años de edad. Estos primeros dos años de vida son esenciales para el desarrollo de estructuras (el mundo simbólico) que posibilitarán la aparición del juego simbólico: es lo que le dará el marco de creatividad y la posibilidad de resolución de situaciones y conflictos en toda su vida.

Debemos fomentar la creación de este mundo simbólico: debemos cantar, leer cuentos, disfrazarnos, pintar, jugar en el piso, crear historias con títeres, crear personajes imaginarios, darles voz, vida, etc. La pantalla ofrece todo resuelto. No da lugar a la creatividad.

Yo siempre doy este ejemplo en mi consulta: si un niño está jugando, creando un espacio lúdico único, donde el  sillón del living pasa a ser una enorme montaña por la cual su auto debe pasar sin caer al precipicio… y gira la cabeza para atender el dibujito o la canción que está sonando en su televisor encendido de fondo… instantáneamente esa hermosa y peligrosa montaña vuelve a ser un simple sillón, que no genera ningún tipo de atractivo.

Luego de los 2 años de edad, lo aconsejado son 2 (dos) horas de exposición a pantallas en el día como máximo. Uno lee esto y dice: esto es imposible de llevarlo a la práctica. ¿Sólo dos horas?

Un dato importante es que 2 horas antes de dormir no deben ver pantallas para que logren niveles de serotonina necesarios para lograr un sueño placentero, reparador y eficaz.

Consideremos que muchos de nuestros niños van casi 8 horas diarias a las guarderías, jardines y colegios doble jornada, debido a la duración de las jornadas laborales de los padres. Llegan a sus hogares alrededor de las 17 hs.  En las 5 horas restantes deben merendar, bañarse, cenar para luego acostarlos a dormir.

Muchas familias meriendan, cenan y se duermen con los niños conectados a una pantalla. ¨Se quedan más quietos y me dan tiempo a hacer las cosas de la casa…¨ En todo este relato cotidiano, ¿dónde entra el juego, la escucha, la comunicación, la percepción del DESEO de nuestros hijos?

¿Dónde se crean los espacios lúdicos en el hogar? ¿Por qué queremos a nuestros hijos quietos en nuestros hogares? Los niños son movimiento, gritos, alegrías, tristezas, caprichos, saltos, enojos y reconciliaciones inmediatas, juegos solitarios y compartidos. Son espontáneos, sinceros, sin dobleces.

Debemos crear espacios dentro de la familia para lograr el desarrollo integral de cada uno de sus miembros. Que la cena sea sin pantallas, que sea un espacio para dialogar, conocernos, escucharnos. Con esto vamos a conseguir que disminuya y hasta desaparezca,  la intolerancia a pensar distinto, a considerar al otro como un individuo que si  desea otras cosas está equivocado. Nuestros hijos necesitan saber que nos interesan sus actos, sus vínculos, su cotidianeidad.

Esto es educar: muchas familias delegan en la escuela esta función: estamos totalmente equivocados. No es función de la escuela educar… las escuelas deben enseñar. La educación es NUESTRA, se realiza dentro de los hogares.

Tener un hijo es una responsabilidad inconmensurable. Es un renunciar sin recelo a muchas cosas (que las recuperaremos cuando se marchen). Cuando esta renuncia no surge… esa familia está en serios problemas.

No podemos pedirle a un hijo, lo que nosotros como padres no podemos sostener: Nuestros hijos nos piden COHERENCIA en el pensamiento, en los actos de todos los días.

Espero que esto sirva para la reflexión en pareja, entre amigos, para lograr un cambio positivo.

Y recordá, la salud de tus chicos comienza en vos…

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