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Control de esfínteres

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Consideraciones para el control de esfínteres.

Luego del segundo cumpleaños de nuestro hijo, podemos empezar a pensar en habituarlo a controlar el pis y la caca. El secreto del éxito en este proceso radica en la paciencia. Él decide cuándo dejar el pañal y obligarle no sirve de nada.
Hay tres razones equivocadas por las que los padres nos empeñamos en abandonar el pañal antes de tiempo:

Primera, la incomodidad que supone y lo costoso que resulta comprar tantos pañales.

Segunda, las comparaciones con otros niños, olvidando que cada uno tiene su ritmo particular.

Tercera, desconocer que el control de las necesidades fisiológicas no se puede imponer. Es una consecuencia natural de la maduración del niño, algo que llega cuando tiene que llegar.

 

Cada cosa a su tiempo

La diferencia de ritmo en el control del pis y la caca entre unos niños y otros es aún mayor que en empezar a caminar. De forma aproximada se puede aventurar que:
• Alrededor del segundo cumpleaños suele lograrse el control de la caca.
• El control del pis diurno se consigue entre los dos años y medio y los tres.
• El pis nocturno puede seguir escapándose hasta los tres o tres y medio.
• Uno de cada cinco niños aún necesitan pañales por las noches en el cuarto cumpleaños.
• Solo si llegan a los cinco años sin lograr el control (hablamos de descontrol frecuente, no de algún escape ocasional), cabe que exista un trastorno.
• Sin coacciones
• Abandonar los pañales no ha de ser una decisión de los padres, sino del propio niño. Se le puede estimular, pero ha de vivirlo como una conquista personal, no como una imposición.

 

¿Cuál es el mejor momento para empezar?

Cuando comienza a tener noción del tiempo, es decir, a distinguir entre “ahora y «después”. Así podrá avisar a tiempo cuando quiera ir al baño.
Cuando empieza a nombrar sus excrementos como “pis” y “caca”.
Si muestra incomodidad cuando está mojado, le molesta el pañal, quiere quitárselo o nos avisa para que le cambiemos.

 

Cómo empezar

Podemos comenzar preguntándole: “¿Quieres que te quitemos los pañales y hacer pis y caca en la pelela o el inodoro, ahora que ya eres más grande?”. Lo de “grande”, si se lo decimos, debe sonar a estímulo, no a chantaje. Si contesta que sí, podemos comenzar. Si se niega, es mejor dejarlo para más adelante.

¿Por qué tantas precauciones? A esta edad el niño empieza a afirmarse como persona, y lo hace a menudo a través del “no quiero”. Por eso conviene buscar, para empezar este entrenamiento, los momentos en los que nuestro hijo esté de buen humor y en buena sintonía con nosotros.
No conviene mostrar un interés excesivo en la retirada del pañal. El niño, que depende para todo de los mayores, siente que este es uno de los pocos terrenos en que puede hacer su santa voluntad. Su cuerpo es suyo y lo vacía cuando quiere.

 

Los temidos escapes

Puede ocurrir que nuestro hijo haya dado su consentimiento pero siga teniendo “escapes”. Es lo más normal y no hay que contrariarse, reñirle ni ridiculizarle. Es más, si esos escapes son continuos, le podemos volver a poner los pañales una temporada.

Hay niños que pasan por una etapa en la que, sin controlar aún del todo, se niegan a ponerse pañal para salir a la calle, porque se sienten mayores. Hará falta paciencia y diplomacia, y a lo mejor hay que restringir de líquidos antes de las salidas.
No quieren la pelela, se van a un rincón… Algunos padres ven puesta a prueba su paciencia cuando su hijo da por liquidado el pañal pero aún no tolera la pelela  ni el inodoro. A veces, hay que dejarle que lisa y llanamente se lo haga encima. De verdad que el pobre no tiene otra salida.
Son días difíciles para ellos, pero serán breves si rodeamos de amor a nuestro hijo y sabemos transmitirle nuestro cariño incondicional.

 

 

Y recordá: la salud de tus chicos comienza en vos.

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